Cuando invertimos en bolsa, normalmente solo pensamos en ganar y rentabilizar nuestro dinero. Muchas veces no medimos adecuadamente los riesgos que esto implica, ni contemplamos cuánto nos afectaría si una empresa llegara a quebrar de la noche a la mañana.
Un ejemplo reciente y alarmante fue el caso de Wirecard, una empresa alemana que, durante años, engañó a inversionistas y reguladores con estados financieros maquillados, hasta que finalmente colapsó en 2020.
Wirecard fue una empresa Fintech que en su momento parecía tenerlo todo: crecimiento explosivo, un modelo de negocio innovador en el procesamiento de pagos electrónicos, y una expansión global que atraía a inversionistas de todo el mundo. En 2018, incluso llegó a reemplazar a Commerzbank en el prestigioso índice bursátil DAX 30 de Alemania, lo que la consolidó como una de las principales empresas del país.
Sin embargo, detrás de este éxito aparente, se ocultaba un fraude masivo. Durante años, la empresa reportó ingresos ficticios provenientes de cuentas en Asia, que en realidad no existían. Todo esto salió a la luz cuando auditores externos, tras varias investigaciones, descubrieron que faltaban 1,900 millones de euros en sus cuentas, una cifra que simplemente nunca estuvo ahí.
Fuente: Google Finance
El escándalo fue monumental, y en cuestión de días, Wirecard se declaró insolvente, sus acciones cayeron en picada y los inversionistas perdieron prácticamente todo lo que habían apostado en la compañía. Para muchos, fue una dura lección de cómo incluso las empresas que parecen más sólidas pueden tener sombras ocultas.
Personalmente, y siendo totalmente honesto con ustedes que se dan el tiempo de leer esto, yo vengo invirtiendo desde 2020, y es la primera vez que conozco el caso de Wirecard. Y no fue porque investigara por iniciativa propia, sino que tuve que hacerlo por un trabajo académico, y me encontré con este caso de fraudes más recientes y frescos que engañaron a reguladores, entidades supervisoras, etc., perjudicando a millones de inversionistas.
Aquí la pregunta es: ¿somos conscientes de invertir y aceptaríamos el hecho de que una empresa en la que estamos invirtiendo quiebre? ¿Nos afectaría en nuestro estilo de vida? etc, Este caso no es de años atrás; es casi reciente y es un claro ejemplo de que invertir no es un juego de solo ganar. Estamos inmersos en riesgos que quizás conocemos, pero de los cuales no somos plenamente conscientes.
Este caso nos recuerda la importancia de evaluar los riesgos y realizar una investigación exhaustiva antes de invertir en cualquier empresa. Wirecard enseñó que el éxito visible a corto plazo puede estar basado en mentiras, y que los riesgos no siempre son evidentes en los estados financieros o en el valor de una acción en la bolsa.
Como dato adicional, es que como inversionista te puedo sugerir que diversifiques. Seguro que ya tienes esto claro: invierte dinero que no vas a usar, dinero que estés dispuesto a perderlo, dinero que no vas a usarlo para cubrir tus gastos básicos, dinero que estaría quieto en una cuenta de ahorros sin generar rendimiento alguno, etc.
El caso de Wirecard es un punto para reflexionar sobre que no debemos estar expuestos a una sola acción, un solo país o un solo sector. Tenemos muchas alternativas y opciones para exponernos en diferentes mercados y así poder minimizar los riesgos que, por más diversificados que estemos, nunca dejarán de existir.
Wirecard ya no existe en la actualidad, pero su colapso sigue siendo un ejemplo claro de cómo la falta de transparencia y la manipulación de la información financiera pueden destruir no solo una empresa, sino también los ahorros de miles de inversionistas.
La historia de Wirecard nos invita a reflexionar sobre la importancia de la debida diligencia y la evaluación de riesgos antes de tomar cualquier decisión de inversión. No importa cuán atractiva parezca una oportunidad; siempre debemos considerar la posibilidad de que los datos no sean lo que parecen y, como en el caso de Wirecard, estar preparados para enfrentar lo inesperado.
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